LA CREACIÓN
Y Dios casi había consumado la Creación y vio que todo era bueno. Hagamos al hombre, dijo, Lo haremos a nuestra Imagen y Semejanza. El plural indica que había otros seres Celestiales con Él. Algunas religiones dicen que eran sus hijos, Jesús y Sata, el ángel de luz, otros que las tres Divinas Personas, los más prácticos que la dualidad de todo lo que existe en el Universo, los máximos representantes del bien y el mal, lo que deja la duda de si serían los mismos con diferentes designaciones.
¿Qué fue eso que le pusiste allí?, preguntó el esbelto Ángel, que a
todas luces se sabe es el más intrépido y atrevido del reino Celestial, Me
sobraba un poco de arcilla, contestó Dios, No era conveniente dejarla por ahí,
no sea que caiga en manos necias y hagan cosas que no están dentro del orden.
Sata no se dio por aludido, aunque sabía que era con él, Ya no es a nuestra
Imagen y Semejanza, refutó. Es la perfección, dijo Dios, eludiendo la impertinente
encerrona, Les daré una oportunidad de agregarle algo más y de ejercer control
sobre el mismo, como he hecho con toda la Creación, pero después ya no se le
podrá quitar ni agregar nada. Vivirán y morirán así. Sólo tengan en cuenta que
lo que pidan, lo mismo tendrán todas las especies vivas en este mundo. Es feo,
insistió Sata, Tiene cosas demás y es débil. No se le puede llamar hechos a
Imagen y Semejanza porque si dejan crecer sus uñas, el cabello y nunca se lavan
los dientes sí que parecerán verdaderos demonios, digo, monstruos. Se pasarán
la vida peleando contra esto para aceptarse. ¿Y si le quitas cosas? Tal vez
un brazo, un ojo o una pierna, es posible que así apruebe tu invento.
Dios, que todavía guardaba esperanzas en que el hijo descarriado alguna
vez reivindique el camino, dijo, Así se quedará. Feos quedaron tus moldes de
otros seres y aun así les di vida. Lo que me costó concentrarme para dar vida a
todas las especies abisales y algunas terrestres. Dizque arañas y serpientes.
Dios no estaba enojado porque Él no se enoja fácilmente, pero sí fastidiado por
las travesuras casi infantiles de su hijo Sata. Por eso prefería a Jesús, que
era bien mandado y nunca replicaba. Es diferente, contestó el hijo
desobediente, que bien respondón sí era, El barro me da náuseas y Tú dijiste
que jugara a hacer figuritas, No es gracioso un venado con el fósil calcáreo
de un árbol en la cabeza, contestó Dios, Ni la mata de yuca andante que llamas
pulpo. Hay mucha vida en cosas inverosímiles. Después arreglamos eso con
evolución, ahora vamos a lo que nos concierne. Díganme lo que desean agregar,
empieza tú, Jesús. Este miró con beneplácito la obra del Creador; dijo, Ponle
bondad, ternura, amor, paz. ¡Párale! Dijeron una opción, atajó Sata, No se te
puede pedir nada porque se te va la mano. A ver, qué le pondrías tú, dijo
Jesús, algo molesto con el molesto hermano. Sata hizo un gesto de ceja
levantada acompañada de una sonrisa infernal, ¿Si pido lo que deseo no se lo
quitarás? Dios respondió, No he quitado lo que pidió Jesús, no he quitado lo
que has hecho hasta ahora. ¿Alguna vez me he retractado de mi palabra? Bien,
dijo Sata, Quiero que le pongas hormonas. La petición causó sorpresa entre Dios
y Jesús. Les pareció ingenua y hasta estúpida, pero sospechosa. Siempre será
una incógnita lo que esté fraguando el diablillo travieso. Sin embargo, Dios
cumplió. Ya están las hormonas allí, y en todas las especies, ahora le daré
vida. Hizo un gesto con los labios de quien sacude polvo y el hombre se levantó,
miró con el azoramiento del que sale de un desmayo. Dios y Jesús estaban
complacidos; el rictus desdeñoso de Sata se confundía con la impactante
expresión de su rostro. No se sabía si lo hacía por burla o porque él era así.
Era hermoso de cabo a rabo y todos sabemos que la hermosura tiende a pasar por
alto ciertas reacciones, y más algunos comportamientos.
¿Por qué estoy solo?, fue lo primero que expresó el hombre. ¿Solo?
Estamos nosotros y todos los animales de la Creación, no estás solo. Todos
tienen una compañera, ustedes se irán luego, lo veo en sus caras, yo estaré
solo. Dios y Jesús se dieron cuenta del dilema. Y tuvieron una visión clara de
lo que acontecería. Sata no daba puntada sin dedal. Ahora estaban seguros que
era maligna sonrisa lo que desdibujaba su rostro angelical. Las hormonas
desquiciarían a todos, pero más al hombre por recibir la potestad sobre todo
lo que había en el Planeta. Sin embargo, no era ese el problema. El barro se
había acabado. Amasar nueva pasta implicaba nuevos seres, nuevos órganos, no
concordaría nunca. Te haré una compañera de tu costilla, fue la solución más a
la mano que encontró Dios, Duerme un poco. Jesús intervino, Acuérdate que
saldrá con hormonas. No pararán hasta que acaben con la Creación. No hay de
otra, dijo Dios, Mi palabra no puede ser desvirtuada. Comerán del árbol del
conocimiento y no sabrán cómo utilizarlo, pensarán que lo bueno es malo y lo
malo es bueno y estarán perdidos con enseñanzas filosóficas mezcladas con las
Escrituras y vivirán convencidos que nacieron para el placer, Habrá,
entonces, que crearles un plan de
salvación, respondió Dios, solucionando la cosa de una vez, Pero eso será otro
día, estoy cansado. Terminemos esto y luego que repose miramos cómo va la
cosa.
Y La mujer despertó con el mal humor de quien se levanta antes de hora,
vio al hombre dormido a su lado y, con toques sutiles, pero decididos, dijo, Mi
amor, levántate, tienes mucho trabajo que hacer. Dicen las Escrituras que Dios
acordó un plan con Jesús al ver el descontrol por el que se encaminaba su
Imagen y Semejanza, Irás a la tierra y dejarás un mensaje, Si siguen en esas me
veré obligado a quitarles las hormonas y de una vez, y para siempre, romperé
mi promesa. Pero Jesús no fue tan severo. El mensaje que dejó fue de amor, paz,
bondad y vida eterna si le paraban al asunto. Sata hizo un gesto, Ya estamos
en la misma, haciendo planes sin tener en cuenta a los demás. Nada de eso se
les puede quitar. Envejecerán y morirán con ellas. Si me envías a la Tierra,
yo arreglaré la vaina, porque así como van serán peores que yo, dijo Sata,
aterrándose estremecido y con los pelos de punta por su premonición. Dios,
pensando que Sata, por fin se encarrilaba, dejó que tomase cartas en el asunto
y se fue a descansar, confiado, porque Dios siempre confió en todos los seres.
El plan de Sata fue sencillo: tomó las hormonas y las revolvió. Cuando
Dios despierte de su siesta no podrá creer lo que encontrará.
Tomado del libro: Un cuento de tres, Luis M. Ariza C.
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